Tanto de la gestión empresarial como de la competición deportiva, el éxito se asocia con la habilidad, la estrategia y el esfuerzo. Los directivos de empresas se destacan por su capacidad para tomar decisiones acertadas en momentos críticos, mientras que los deportistas de élite son admirados por su destreza y rendimiento bajo presión. Sin embargo, hay un factor menos visible pero igualmente poderoso que puede influir en los resultados de ambos, la suerte.
En el mundo corporativo, se tiende a atribuir el éxito de los directivos a su visión, conocimiento del mercado y habilidades de liderazgo. Sin embargo, muchos ejecutivos reconocen que el azar desempeña un papel más relevante de lo que se suele admitir. Aunque tomar decisiones informadas y planificar estrategias es crucial, variables incontrolables como los cambios en la economía global, las innovaciones tecnológicas inesperadas o las acciones de la competencia pueden alterar el destino de una empresa de forma imprevista.
“Hay directivos que prefieren no hablar de la suerte, ya que restaría mérito a sus habilidades. Sin embargo, es importante reconocer que el éxito en la empresa es un delicado equilibrio entre habilidad y fortuna. Lo que sí distingue a los grandes directivos no es la ausencia de suerte, sino la capacidad de aprovechar los momentos fortuitos cuando se presentan y gestionar de manera inteligente los riesgos asociados a la incertidumbre“, indica Sofía Dolegowski, Agile Coach – Scrum Master y amazona de competición.
El éxito o fracaso, ¿está en manos de la suerte?
Por lo que respecta al ámbito deportivo, la suerte es un tema aún más controvertido. Los deportistas dedican innumerables horas a entrenar y perfeccionar sus habilidades, por lo que la noción de que algo tan volátil como la suerte pueda afectar el resultado de una competición, puede parecer casi insultante. Sin embargo, el deporte está lleno de ejemplos donde la suerte juega un papel crucial.
En la competición ecuestre, una ráfaga de viento inesperada o un elemento externo que asuste al caballo puede cambiar el resultado final. “Un claro ejemplo ha sido en los últimos Juegos Olímpicos celebrados en París, donde la mala suerte se cebó con la amazona Laura Heredia en el salto ecuestre de la final de pentatlón moderno. El caballo de Heredia, que se asigna por sorteo, perdió toda la confianza tras unos pocos saltos de obstáculos y no pudo finalizar la prueba. Esto alejó completamente la posibilidad de medalla para la deportista española”, matiza Sofía Dolegowski.
El factor suerte se amplifica en competiciones deportivas de alta intensidad, donde los márgenes son extremadamente estrechos. Un pequeño detalle, que puede estar fuera del control del jugador, puede marcar la diferencia entre la gloria y la derrota. Sin embargo, los mejores deportistas de competición también son aquellos que, como los grandes directivos, saben reaccionar rápidamente ante lo inesperado y capitalizar esos momentos en los que el azar juega a su favor.
Abonando el camino para hacer florecer la suerte
En este sentido, si bien la suerte no puede controlarse completamente, tanto en el mundo empresarial como en el deportivo, se puede hacer mucho para “crearla”. Prepararse exhaustivamente, identificar tendencias emergentes y estar listos para adaptarse a nuevas circunstancias son claves tanto para los directivos como para los deportistas.
“En lugar de ver la suerte como algo ajeno, tanto los directivos como los deportistas deberían aprender a reconocer su presencia y navegar entre los caprichos del azar con destreza. Porque al final del día, la suerte es solo un ingrediente más en la receta del éxito, pero aquellos que están mejor preparados son quienes pueden convertir una oportunidad inesperada en una victoria duradera”, concluye Sofía Dolegowski.